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BIODIVERSIDAD DE INSECTOS DEL MONTE

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El Monte

Las áreas áridas representan el 60 % del total de la superficie de la República Argentina. Uno de las principales provincia biogeográfica con características áridas es el Monte, que es un desierto arbustivo que se extiende entre la Puna y la Patagonia, al este de los Andes, desde Salta (24° 35’ S) hasta Chubut (43° 26’ S). El Monte pertenece a la Región Neotropical, sin embargo es una de las provincias biogeográfica del Neotrópico que limita con la otra región biogeográfica de América del Sur, la Andino-Patagónica. Muchos de los arbustos carácterísticos del Monte (Aloysia, Capparis, Cercidium y Larrea) se encuentran distribuidos principalmente en dos áreas muy separadas de América, por una parte en el Monte y otras regiones áridas del cono sur y por otro lado en los desiertos de México y sur de USA. Muchos de los organismos que habitan el Monte están estrechamente emparentados con los que habitan las provincias biogeográficas Pampeana y Chaqueña, aunque existen algunas plantas o animales que poseen más relación con otros de las regiones patagónicas o andinas.

Historia biogeográfica.

El Monte es un área de importancia porque está localizada entre las regiones Neotropical y Andino-Patagónicas, conformando un gran área de contactoentre las biotas Brasílica y la Patagónica. Se han propuesto algunas explicaciones biogeográficas históricas para explicar el origen de la flora y fauna. Los arbustos más representativos, como Larrea, Cercidium, Capparis y Alosyia, tienen una distribución disjunta en los desiertos de América. Sin embargo, estas similitudes pueden ser atribuidas a convergencia y procesos de dispersión en estas plantas, ya que la distribución de las especies animales entre el Monte y Sonora no son vicariantes, y los géneros compartidos son aquellos que poseen especies distribuidas a lo largo de toda América Central y del Sur. Los desiertos de América del sur son muy antiguos, como está indicado por numerosos paleorelictos de géneros y taxones supraespecíficos adaptados a condiciones desérticas. También existen especies endémicas adapatadas a condiciones xéricas que han sufrido una rápida especiación, que se han originado en taxones que no están adapados a condiciones xéricas. De esta forma encontramos que la biota de artrópodos del Monte está constituida por un conjunto de organismos que poseen distinto origen, ya sea Neotropicales, Patagónicos, como grupos más antigüos, de antes de la fragmentación de la Pangea.

Durante el Cenozoico inferior se produjo uno de los perídos más húmedos para América del Sur. Sin embargo, los datos paleogeográficos han demostrado la existencia de una pequeña área con codiciones semiáridas en el centro oeste de Argentina. El factor más importante que generó este tipo de ambiente fue el levantamiento de los Andes, que produjo un paulatino descenso de la precipitación en las regiones del oeste. Este proceso permitió la formación de un paiseje arbustivo xérico, como el Monte, sumado también al ascenso de las Sierras Peripampásicas que frenaron los vientos del Atlántico.

Fauna.

La mayoría de los estudios realizados acerca de la fauna del Monte ha sido realizado sobre vertebrados. Los trabajos que han estudiado insectos son debido a estudios de algún grupo en particular, o de alguna región del Monte, en especial la región norte del Monte ha sido más estudiada por investigadores del Instituto Superior de Entomología, Dr. Abraham Willink (INSUE), mientras que de las demás áreas se conoce muy poco.


El Laboratorio de Entomología del IADIZA está desarrollando tareas de investigación acerca de la biodiversidad de la entomofauna del Monte en dos escalas:

Escala global en el área del Monte: Estas investigaciones abarcan o intentan abarcar el área completa del Monte e incluyen principalmente revisiones sistemáticas e inventarios. Sin embargo por falta de recursos humanos, gran parte de ellos están restringidos a la provincia de Mendoza.

Los conocimientos de la entomofauna del Monte se han originado primariamente debido al interés sistemático en diversos grupos taxonómicos. Las revisiones de taxa llevadas a cabo han ampliado el conocimiento de la cantidad de especies y su distribución. Sin embargo, son escasos los trabajos enfocados específicamente al Monte, la mayoría de los cuales son comparaciones entre algunas localidades del Monte con los desiertos de Sonora o con las regiones áridas de Chile. Como trabajos exclusivos acerca de la entomofauna del Monte merece citarse los realizados por Porter (1975) y Stange et al. (1976) sobre el área septentrional del Monte (Catamarca, La Rioja, Salta y Tucumán). Todos los trabajos están restringidos a esta área, permaneciendo las áreas central y merional poco conocidas. Por ello el principal problema al que nos enfrentamos es la magnitud del desconocimiento de la biodiversidad de este área. Esto no es exclusivo del Monte, pues a nivel mundial se estima que hay alrededor de 1,4 millones de especies descriptas, de las cuales 750.000 son insectos. De plantas vasculares y vertebrados se conocería aproximadamente el 90% de las especies existentes, pero de los insectos se espera encontrar, como mínimo, más del doble de las especies conocidas actualmente. Además, los 2/3 de los insectos descriptos son de regiones templadas, en su mayoría formas holárticas que son más conocidas que las australes. Las revisiones sistemáticas recientes demuestran que se describe una gran cantidad de especies nuevas para las regiones árida templada y subtropical de Argentina. Las revisiones de carábidos de Patagonia, Chaco y Monte, tales como Broscini, Cnemalobini y Lebiini muestran entre un 85% a un 141% de especies nuevas por revisión. Otros grupos muestran algo parecido como Tristiridae, con un 70%, Chlamisinae con un 147% y Pompilidae con un 250% de especies nuevas en cada revisión. Esto está indicando que una gran parte de la biodiversidad austral es aún desconocida, y que su conocimiento se irá incrementando a medida que se releven mayor cantidad de áreas y se hagan nuevas revisiones sistemáticas.

Otro de los objetivos de las revisiones sistemáticas es actualizar y compilar los inventarios o catálogos de los recursos naturales. El inventario provisional de insectos indica que unas 2.500 especies están presentes en Mendoza, pero el número real es muy superior pues continuamente se agregan nuevas citas, ya sea porque son especies nuevas para la ciencia o por nuevas localidades de colecta. Este inventario muestra las falencias en el conocimiento de ciertos grupos, como así también la escasez de datos referidos a la distribución de las especies. La mayoría de las localidades prospectadas se concentran casi en el 2% de la superficie de la provincia de Mendoza, quedando el 98% restante parcial o pobremente conocido. También existe un sesgo importante en los datos de colecta, pues en gran parte están restringidos a las rutas o cercanías de ellas y a determinadas localidades de captura. Un ejemplo claro lo constituye Chacras de Coria donde Jörgensen colectó, a principios de siglo, gran cantidad de himenópteros y constituyendo la localidad tipo de numerosas especies. Actualmente, este área está urbanizada en su mayor parte, siendo probable que muchas de estas especies ya no se encuentren en la misma, por lo que es necesario hacer inventarios actualizados.

Escala local en el área del Monte: Comprende principalmente estudios de ecología realizados en las Reservas de Telteca y de Ñacuñán, así como también en áreas sometidas a disturbios. Los estudios realizados en áreas protegidas, principalmente inventarios y estudios de comunidades intentan evaluar la conservación de la biodiversidad y a identificar especies que puedan ser utilizadas como potenciales indicadoras. La importancia fundamental de las áreas protegidas reside en la conservación de ecosistemas o porciones de ellos con su biodiversidad y en el establecimiento de conocimientos prácticos y valores humanos que puedan contribuir a un desarrollo sostenible. En la formulación de una investigación que conduzca a la conservación de la biodiversidad y desarrollo sustentable deben participar no sólo los niveles científicos y técnicos sino también los de planificación, gestión y toma de decisiones, buscando la manera más efectiva de integrar las poblaciones locales y el público en general. Las áreas protegidas son los sitios apropiados para concretar los objetivos del trabajo sobre diversidad biológica por varias razones: porque brindan infraestructura y mayor seguridad para desarrollar los trabajos de campo que otros lugares; permiten la realización de estudios ecológicos comparativos entre ambientes no perturbados y perturbados (Claver y Kufner, 1989) y por su situación legal, que implica que no están sujetas a cambios coyunturales, son sitios apropiados para establecer programas de monitoreo de la biodiversidad a largo plazo.


El Monte como un área natural

Diversidad de insectos. Se ha aceptado tradicionalmente la hipótesis de que el Monte es un Chaco empobrecido. Stange et al. (1976) encontró que numerosos géneros presentes en el Monte lo estaban también en el Chaco, con menos especies en el Monte que en el Chaco. Para comparar la biodiversidad deGraea horrida insectos entre estas dos provincias biogeográficas Roig-Juñent et al. (2001) utilizaron 16 familias pertenecientes a distintos órdenes, los que representaban 17958 especies pertenecientes a 1888 genera (o 164 subfamilias) en el Neotrópico. El Monte representa el 3,41% (614 especies) de la diversidad específica del Neotrópico, el 12,18% (230 géneros) de la genérica y el 39,02% de los taxones supragenericos. Para el Chaco las 1135 especies registradas representan el 6,32%, los 350 géneros el 18,53% y las 85 subfamilias y tribus el 51,82% de la diversidad del Neotrópico. Estos datos corroboran la hipótesis de que el Monte posee una menor diversidad del Chaco. Como porcentaje del Neotrópico, el Chaco posee el doble a nivel específico, un 6% más a nivel genérico y un 12% a nivel supragenérico.

Endemicidad. En términos generales, el Monte posee una menor cantidad de especies que el Chaco, pero el Monte posee una gran cantidad de especies endémicas superando la endemicidad que posee el Chaco. El Monte posee un 35 % de sus especies endémicas, lo que varía de acuerdo a los los distintos grupos: Neuroptera Nemopteridae (100% de especies endémicas), Coleoptera Karumidae (100%), escarabeidos Eucranini (83%), avispas Mutilidas (67,7%), abejas de la tribu Anthidiini (60%) y tenebriónidos (56,9%). Otros grupos poseen un bajo número de especies endémicas, como los Coniopterygidae (20%), carábidos (13,0%), hormigas (13,79%) y avispas Ichneumonidae (9,8%). Otras familias, como los Bupréstidos y Pentatomidae, según Stange et al. (1976) no poseerían aparentemente endemismos en el área del Monte. Existen también gran cantidad de géneros endémicos de ortos artrópodos, como los de los Solifugae (Aracnidae), Procleobis, Uspallata, Mortola, Patagonolpuga, Nothopuga, Syndaesia y Valdesia. El alto grado de endemicidad de algunos taxa revela que, a pesar de su baja diversidad alfa con respecto a otros biomas, el Monte habría sido un centro evolutivo que ha generado parte de su biodiversidad.

Área natural. Si bien los datos muestran que el Monte posee una menor diversidad de especies que el Chaco, se puede observar una tendencia que mientras la diversidad decrece con la aridez, la endemicidad muestra un patrón inverso, aumentando. Considerando el número y porcentaje de especies y géneros endémicos, el Monte constituye un área natural independiente del Chaco. La presencia de numerosas especies y géneros exclusivos del Monte justifican a esta área como un centro evolutivo independiente en donde la tercer parte de su diversidad de insectos se ha originado.


Como evidencia adicional el Monte es también rico en especies relictuales, como Archostemata representados por las familias
Ommatidae y Cupedidae ampliamente distruidas en el Monte y que son un grupo arcaico de Coleoptera.



Los Belidae, una familia basal de Curculionoidea, representada por especies de Oxycoryninae asociados a plantas parásitas de la familia Hydnoraceae.



Plumarius Los Plumariidae (Hymenoptera: Chrysidoidea) con tres géneros en Argentina y otros dos en África del Sur, todos distribuidos en áreas áridas y semiáridas; y otros artrópodos como los gondwánicos Daesiidae (Solifuga) con especies actuales en África del Sur, España y el Cercano Oriente, siendo los géneros Syndaesia y Valdesia endémicos del Monte.


Delimitación del área del Monte. La identificación y definición de áreas naturales ha sido clasicamente hecha usando endemismos a nivel específico o genérico. Los trabajos previos han delimitado faunisticamente el Monte por medios corológicos o ecológicos, superponiendo las áreas de distribución de de algunas especies de vertebrados (Müller, 1973) o artrópodos (Roig-Juñent, 1994). Los límites congruentes de las áreas de distribución han sido tomados como el límite del área natural que los incluye. Varias especies muestran un rango de distribución más o menos coincidente con la provincia biogeográfica del Monte, como ha sido definida con la vegetación. Se muestra dos especies de las revisadas con el mayor número de localidades conocidas, un escarabajo tenebrionido Megelenophorus americanus y un carábido Mimodromius punctaticeps. Hasta el presente ninguna especie de insecto muestra una distribución estrictamente coincidente con el área del Monte definida por la vegetación. Esto puede ser debido a que algunas especies endémicas del Monte lo son a una retringida parte de él, como la región del norte, central o del sur. Por otra parte, especies ampliamente distribuidas en el Monte poseen localidades conocidas fuera de esta área, principalmente en áreas de transición entre el Monte y las provincias biogeográficas del Chaco, Espinal o Patagónica. Estas pueden ser consideradas como áreas de “mezcla” (Morello, 1958) con elementos del Monte y de las otras provincias biogeográficas.

La metodología de la superposición de áreas parace entonces inadecuada para estimar la forma real de las áreas naturales y depende de la cantidad de especies utilizadas. También, si se utiliza un gran conjunto de datos de distribución de especies no hay una metodología estricta para determinar su superposición. La delimitación del Monte Monte sobre la base de los insectos es dificultosa porque hay pocas especies con una relativa buena cantidad de datos de localidades. Para especies con buenos atos hay incluso importantes lagunas en los registros de localidades, principalmente en las regiones central y austral del Monte. También, estas especies bien conocidas muestran que no representan una buena herramienta cuando se necesita información acerca de pequeñas áreas, comom por ejemplo para delimitar áreas a proteger. Estos datos aparecen sesgados debido a que la mayoría de las localidades conocidas están ubicadas sobre las rutas o cerca de ellas, dejando lagunas en los datos de la distribución real.

Áreas naturales dentro del Monte.

La gran distribución latitudinal del Monte y los patrones de distribución de su entomofauna muestran la posibilidad de la existencia de varias áreas de endemismo dentro de él. Por medio de distintas metodologías (como un análisis de simplicidad de endemismo) se han podido determinar cinco áreas naturales dentro del Monte. Los datos ecológicos y de la fisiografía han provisto los límites hipotéticos de estas áreas.

1 - Monte Boreal: es una franja alargada desde Salta hasta el norte de la provincia de La Rioja. Está formado por tres valles longitudinales (Calchaquí, Quilmes y Santa María) y su límite oriental por la Puna (Morello, 1958), llegando hasta “Campo El Arenal” en Catamarca. Este área incluye también el “Bolsón de Pipanaco”, Tinogasta en Catamarca y Famatina en La Rioja. El Monte Boreal está casi completamente limitado por cadenas montañosas hasta el paralelo 28° 40’, y parcialmente aislado de la región Central del Monte por las Sierra de Velazco y Famatina en La Rioja, en donde el área del Monte es muy estrecha. El Monte Boreal comparte numerosas especies de insectos y elementos florísticos con la provincia biogeográfica del Chaco, las que no seon encontradas en otras partes del Monte. Muchos géneros endémicos son encontrados en este área, principalmente en los valles de Catamarca, Tucumán y Salta. Su clima es subtropical (Morello, 1958), con una temperatura media anual de 15°C.

2 - Monte Central: Va desde la provincia de La Rioja hasta el sur de Mendoza. Esta área del Monte constituye una ancha faja (casi 200 km desde el este hacia oeste), en donde las cadenas montañosas quedan como islas, tales como la Precordillera, Sierra del Nevado y Pie de Palo. Posee un ancho contacto con la provincia biogeográfico del Chaco al noreste y con el Espinal al este. Su clima es subtropical, cálido templado. Esta área tiene numerosos elementos que pertenecen a las regiones Neotropical y Patagonian. La parte sur del Monte Central está conectada con el Monte Austral por una larga franja de aproximadamente 300 Km de longitud, sin una clara barrera biogeográfica, y con elementos de ambas áreas naturales del Monte, la Austral y la Central.

3 - Valles de Uspallata-Calingasta-Iglesia: Es una pequeña área de endemismo del Monte que va desde el norte de San Juan hasta el norte de Mendoza. Esta constituida por valles longitudinales, que corren unos 300 Km desde el norte hasta el Sur. Es la región más árida, con vegetación escasa y está limitada hacia el oeste por la Cordillera de Los Andes y hacia el este por la Precordillera (aproximadamente 3000-4000 metros de altura).

4 - Monte Austral: Comienza en el sur de Mendoza hasta el centro este de la provincia de Chubut, y constituye la mayor área de endemismo, en superficie, del Monte. Es una ancha área que va desde los pies de los Andes en Neuquén hasta la costa del Atlántico en Río Negro y Chubut, constituida por planicies arenosas. Está formada por estepas de nanerofitos en un clima semiárido, y representa un ancho ecotonohacia el oeste y sur con la provincia biogeográfica de la Patagonia, y hacia el norte con el Espinal. Esta área es rica en especies endémicas, principalmente de géneros patagónicos. Es el área más fría del Monte, con un clima mediterráneo, con una temperatura media anual entre 11° a 13°C.

5 - Península de Valdés: es el área de enedmismo más pequeña del Monte, confinada a la Península de Valdés y al litoral del Monte de la provincia de Chubut. Es coincidente con el distrito Atlántico del Monte (Roig, 1998). El límite oeste está marcado por la precipitación, por la isoyete de 160 mm, llegando a 250 mm en su parte más húmedas. Está formada por estepas de nanerofitos con un clima marítimo.


Areas protegidas del Monte

Hasta el año 2000, las áreas protegidas que pertenecen en su totalidad al Monte son 11. Las reservas de San Guillermo, Valle Fértil y Sierra de Las Quijadas poseen una parte bien definida de ellas de Monte. Otras como Payén y Llancanelo poseen un área ecotonal en donde no es posible establecer que cantidad de superficie pertenece a cada bioma. Estas áreas protegidas suman en superficie 588.112 ha, lo que representa sólo un 1,52 % del área del Monte y por lo tanto, es un porcentaje bajo, pues se considera satisfactoriamente representada un área si se protege el 10% de su área, considerándose casi nula la representatividad cuando es menor del 3%.


Reservas del Monte


1 - Caleta de los Loros

2 - Península de Valdés

3 - Com. Islote Lobos

4 - Cinco Chañares

5 - Lihué Calel

6 - La Humada

7 - La Payunia

8 - Laguna de Llancanelo

9 - R. Biosfera Ñacuñán

10 - Divisadero Largo

11 - Bosques Telteca

12 - Sierra las Quijadas

13 - Ischigualasto

14 - Valle Fértil

15 - Talampaya

16 - San Guillermo


El área gris oscuro representa el Monte, mientras que las áreas de gris más claro son áreas ecotonales (según Morello, 1958).


Entre los objetivos de creación de estas reservas están la conservación de paisajes (Talampaya e Ischigualasto), de bosques (Telteca y Ñacuñán) o de alguna especie en particular (Lihué Calel). En ninguna de ellas se han realizado estudios previos acerca de la biodiversidad existente en el área. Esto implica que no hubo planteamientos previos acerca del tamaño de las reservas para conservar la biodiversidad. Un adecuado conocimiento de las relaciones especie-área es de gran importancia en los estudios de evaluación y de inventario de la riqueza biológica de una determinada región y para evaluar el tamaño que debe tener una reserva natural. Por ejemplo, en áreas protegidas de menor tamaño se hacen más notables los efectos del ecotono (Halffter y Ezcurra, 1992). Otro problema existente es la distribución de las áreas protegidas, puesto que los diseños de las reservas naturales deben tomar en cuenta las ideas derivadas de la teoría de Mac Arthur y Wilson (1967) sobre el equilibrio de especies en islas. Cuanto mas fragmentado sea un hábitat, más funcionarán las áreas protegidas como islas biológicas en un “océano” de ecosistemas modificados (Halffter y Ezcurra, 1992). En el Monte tan sólo tres reservas funcionarían como una unidad por estar muy próximas entre sí: Valle Fértil, Ischigualasto y Talampaya. El resto de las reservas funcionan como islas alejadas unas de otras e incluso la mayoría posee extensiones muy pequeñas. Para el caso de los artrópodos, cuya relación especie-área es menor, el problema es fácilmente solucionable mediante la creación de una red mayor de pequeñas áreas, en contraposición con las grandes áreas necesarias para la conservación de macrovertebrados.

Estimación de la biodiversidad en áreas protegidas y estimación de nuevas áreas a proteger. Para la conservación de la biodiversidad dentro de las áreas protegidas es necesario, en primer lugar evaluar qué proporción de especies se encuentran en ellas. Un análisis a nivel de grupos relativamente bien mejor estudiados, como Coleoptera, vemos que el porcentaje de representatividad de la fauna del Monte de Mendoza para las Reservas de Ñacuñán y Telteca de Mendoza es del 24% para cada una de las reservas. Es importante recordar además que estos datos son sólo para la fauna del Monte presente en Mendoza. Tomando dos familias de Coleoptera, de las que poseemos información acerca de qué especies se encuentran en el área total del Monte, vemos que para la familia Tenebrionidae hay un 45,6% de especies representados en Telteca y un 43,4% en Ñacuñán. De Carabidae, los porcentajes son mucho más bajos: 10,2% en Ñacuñán y 12,3% en Telteca. El conocimiento de las especies presentes en distintas áreas nos permitirá usar el complemento como criterio para designar nuevas áreas protegidas. Este criterio postula que una vez elegida, por otros criterios, el área prioritaria debemos determinar las subsiguientes áreas que incrementen al máximo posible la diversidad. Partiendo de la biodiversidad conservada en las áreas protegidas existentes, podremos establecer qué nuevas áreas permitirían conservar el máximo de la diversidad total. Por ejemplo, para Tenebrionidae, la fauna presente protegida en las dos reservas estudiadas se eleva a un 63% y para Carabidae a un 19,1%. Estos irán aumentando a medida que se estudien otras áreas protegidas, pero ya existen áreas que pueden postularse como áreas de interés para ser preservadas. Por ejemplo, las hormigas de Ñacuñán (Claver y Fowler, 1993) representan el 28,5% de las especies de las zonas áridas. La fauna de Formicidae de otras reservas del Monte no ha sido exhaustivamente analizada, aunque existen estudios detallados en el Bolsón de Pipanaco, en la localidad de Andalgalá, provincia de Catamarca (Solbrig et al., 1977). Comparando la fauna de hormigas de Andalgalá con la de Ñacuñán, se observa que el total de especies entre ambas áreas representa el 60,7% de las especies presentes en las zonas áridas, indicando claramente que la región de Andalgalá sería propicia para su conservación como reserva.

Prioridades para la conservación utilizando la diversidad filogenética. A pesar de que casi nada es conocido de la entomofauna presente en las áreas naturales protegidas, estas cubren menos del 2% del Monte, y por ello no son suficientes para la conservación de su biodiversidad. El incremento de actividades humanas en el Monte está en la actualidad produciendo en el área del Monte un progresivo deterioro ambiental. Por ejemplo, los matorrales de retamo en San Juan se han visto reducidos por desmonte de 2 millones de hectáreas a 400.000 ha. La erosión hídrica originada por la deforestación y sobrepastoreo alcanza el 24% de la superficie del país, llegando a superar los 58 millones de hectáreas y la salinización de terrenos afecta a un 30 % de los cultivos. La identificación y priorización de áreas del Monte para la conservación de especies de insectos por medios tradicionales, como la riqueza de especies o endemismo es casi imposible de llevar a cabo, debido a la falta de información. Existen también otros métodos para establecer áreas prioritarias para proteger. Es tan elevado el número de especies en extinción y tan distintos los ambientes en los que se pueden encontrar que resultaría imposible preservar todas las especies y ambientes. El cladismo puede ofrecer una visión complementaria en el trazado de estrategias destinadas a valorar áreas, considerando qué especies se deben preservar. El cladismo propone como axioma fundamental que en la naturaleza, como resultado de la evolución, existe un orden que se manifiesta en similitudes de caracteres evolutivos compartidos y ese resultado puede ser expresado por medio de un gráfico ramificado llamado cladograma. Hay varios esquemas para dar valor a las especies basados en el orden de separación de las mismas en el cladograma, su topología o su patrística. Es posible asignarle valor a las especies a través del peso taxonómico (formas taxonómicamente distantes) y dispersión taxonómica (el rango más amplio de tipos de relaciones posibles dentro del cladograma) asignando un nuevo peso a las áreas ocupadas por estas especies. Aplicando este criterio de diversidad filogenética basada en varios estudios evolutivos de insectos se pudo determinar que las áreas naturales del Monte (y el Chaco) poseen distinto valor. La más importante es el Monte Boreal con el 29,1% de la diversidad filogenética, el Chaco con el 21,2%, el Monte Central con el 9,5%, el Monte austral con el 6,0%, la Península de Valdés con el 2,0% y finalmente el valle de Uspallata-Calingasta-Iglesia con el 1,6%. Si bien este estudio está basado en nueve grupos de insectos, y los valores pueden variar al analizar un mayor número, los valores obtenidos muestran claramente la importancia del Monte Boreal, mayor incluso que la del Chaco. Todas las reservas que se encuentran en el Monte están entre la las regiones centrales y australes, quedando la región boreal sin superficie protegida. Paradojicamente, estos datos muestran que la región boreal, la más importante filogenéticamente, no estaría siendo conservada.

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